jueves, 30 de septiembre de 2010

Rostro en el lavabo


Cuando duermo, primero me levanto de la cama,
camino hacia el baño y me quito el rostro.
Dejo que escurra en el lavabo y miro al espejo.
Entonces, soy un retrato en blanco.

Luego quito la herrumbre de mis poros,
sacudo el polvo de viejas caricias
y me pongo otro nombre:
algo que suene como la lluvia.

Así atravieso noches y días
zurciéndome luz a las pupilas,
haciendo el amor
con quien pueda hacer de sí un prisma.

Para volver a despertar con esa herida
que se abre al filo del sueño.
Con ese rostro que te espera en el lavabo,
queriendo devorarte como una celda caníbal.