Nunca podrás ver
aquél mar
vestido
de noche y de plata,
que se llevaba al vientre,
como estacas,
las luces del puerto.
Nunca
estarás de pie
frente al viento
que me arrancó
de esta casa
y me trajo
de regreso.
Nunca serás
la tormenta
que fracturó
el mar
como un espejo
de grietas
circulares.
Nunca
serás la bienvenida
que encontró
este navegante,
luego de naufragar
y llegar a la costa
Ahogado.