Somos criaturas inverosímiles
los gitanos.
Cadáveres hermafroditas
de alegría,
con las manos desgastadas
pero ávidas de caricias.
Con la muerte en la pupila
pero sumidos en la danza
de la sonrisa.
Carroñeros de miel,
cazadores de piel.
Inverosímiles criaturas
de harapo y lentejuela,
con un irreflexivo
verbo de humo
que yerra,
olvida,
y sólo cuando es tarde
recuerda.

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